18 diciembre 2008

La lluvia que limpia el cielo en lugar de la Tierra



Lluvia, cielo y Tierra (Islandia 2003)

Cada vez que llueve, Anita se pregunta ¿por qué todo se impregna de un barro rojizo?.

La lluvia debería limpiar la tierra de polvo, suciedades y otros vestigios del paso del tiempo.
La lluvia debería llevar agua clara, limpia, evaporada de las fuentes naturales, ríos, lagos, mares, océanos,... y filtrada por las implacables nubes.
La lluvia debería ser una limpieza y purificación para todas las almas que residen en la Tierra.

Ella cree que las nubes chupan toda el agua que se eleva hacia el cielo con el vapor de los calores y con los vahos del frío del inverno. Pero no por ello cree que las nubes son malas con el agua y con la Tierra.
Ella cree que las nubes se portan bien con la Tierra porque limpia sus penas, devolviendo puro aquello que el Hombre ha hecho impuro en la Tierra. El bien más preciado, el agua.

Hace tiempo que observa gotas y rastros de riachuelos de una fija roja arena. La arena, persiste en el tiempo hasta que finalmente se la lleva el viento y el paso de los días de sequía. Tras una noche de lluvia, la fina roja arena siempre reaparece.

Días de sequía, esporádicas noches de lluvia. Todo se impregna de una fina roja arena para luego desparecer al paso de los días.

Finalmente, un día entre muchos días, llovió durante el día, que no la noche.
Horas antes no había fina roja arena sobre la superficie del suelo, los tejados, los rincones de las calles,...
Antes de caer la noche, todo había quedado impregnado de fina roja arena.

Ahora Anita comprende que la lluvia limpia el cielo en lugar de limpiar la Tierra.
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