17 junio 2008

Perder los recuerdos



Un gran vacío
(Islandia 2003)

Una semana cualquiera, no se supo cómo, a Denis se le borraron todos los recuerdos. Durante varios días estuvo luchando por recuperar las imágenes y los colores en su memoria, sin conseguirlo.

Se apaga la luz y los colores de la vida se desvanecen. Todo toma una nueva tonalidad gris. Una densa neblina se eleva ante la distancia e impide reconocer todo lo que queda atrás.

Primero llegó la desesperación, luego la tristeza. Le invadía una sensación de pérdida, y tenía un gran vacío en la boca del estómago. El pasado quedó desdibujado, reinterpretado con suaves pinceladas de veladuras de acuarela.

Un día se apagó la luz de la habitación. La habitación seguía allí, Denis seguía allí. Pasado un tiempo sus ojos reaccionaron, volvió a moverse y caminó hacia delante.


Cambiar la mirada, mirar con los ojos de otro, … nos ofrece otros colores de la vida.

10 junio 2008

Donde el cielo y el mar se funden

La Reunión 2001

Sube el mar. Ahoga a la arena bajo el agua. MAREA ALTA.
Baja el mar. Arrastra la arena en su interior. MAREA BAJA.

Anita y Denis, sentados en la arena frente a un mar del color de las más bellas turquesas, esperan una puesta de sol que cambie todo lo que ahora ven. Del azul al rojo intenso y el naranja fuego.

Mar tranquilo como un lago sin orillas a ambos lados. Al fondo un pequeño cambio en el azul, una línea inexistente, marcaría el fin de la laguna y la frontera con el océano más salvaje. Justo allí se confunde con el otro azul, el mismo azul que en el cielo parece que se refleja hacia arriba el tono turquesa del agua.

Están en La Reunión donde todo se mezcla. Altas cumbres verde esmeralda en el interior, volcanes negros sobre mares rojos de cenizas, bosques legendarios bajo lluvias torrenciales, playas del azul del Indico,… De propiedad europea y nativos negros, reunión para cristianos, chinos, hinduistas,… venidos de otros continentes. Santería y cultos animistas, música de mestizaje, frutas tropicales y ron.

Para muchos sólo un punto en los mapas alejado de las costas del sur de Africa.

Anita y Denis recuerdan el color de otros mares, mientras esperan en la calma la caída de un sol que todavía deslumbra la vista.

Caribe, Mar caliente.
Irlanda, Mar bravo.
Noruega, Fiordos aburridos.
Senegal, ríos turbios se mezclan con el Mar
Escocia, ni Irlanda ni Noruega

El Desierto del Sahara, Mar de arena . ¿Venció la arena al Mar o fue el Mar quien se tragó toda la arena y desapareció en ello?

Mar Arena Marea Cielo Marea Arena Mar Arena Marea Cielo Marea Arena Mar Arena Marea Cielo Marea Arena Mar Arena Marea Cielo Marea Arena Mar Arena Marea Cielo Marea Arena Mar


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02 junio 2008

Escoger la naranja pequeña

Cada mediodía, centenares de niñas vestidas con uniforme azul oscuro ocupaban, de seis en seis, su lugar en aquellas mesas grises.
El hábito gris oscuro de las monjas, tomaba allí un tono que se confundía con el negro. El comedor del colegio tenía poca luz por estar situado en la parte baja del edificio.

Al cabo del rato, las mesas iban quedando de nuevo vacías a medida que las niñas terminaban sus tres platos de comida y salían alegres a jugar al patio. En el interior del comedor, ahora en un silencio forzado bajo la vigilancia de la monja Sor Albina, quedaban 2 niñas sentadas en una misma mesa. Mientras masticaban con grandes esfuerzos, los minutos se alargaban a la par que el bocado. Cruzaban sus miradas y volvían nuevamente la vista al respectivo plato. En él veían su triste y seco trozo de carne, que debían terminar por completo para ser liberadas de sus sillas.

En un pequeño plato de cristal rayado colocado entre ambas, aguardaba el postre. Era el único toque de color en toda la sala. Dos naranjas pequeñas, una para cada una de las niñas.

Anita consiguió terminar el segundo plato antes que su compañera de mesa. Alargó su mano y tomó la naranja que era visiblemente algo más grande, bajo la mirada de la monja que la observaba. Sor Albina le dijo inmediatamente: “eres una niña mal educada y egoísta, debes coger la naranja más pequeña y dejar la más grande para tu compañera”.


Anita había elegido su naranja con la intención de que la otra niña no tuviera que tragarse el postre más grande y así aliviar lo que ya a ambas les estaba costando terminar en aquel mediodía. Escogió la naranja pequeña para su compañera, y no para sí misma, haciendo un esfuerzo final. Por ello fue castigada a terminar su naranja pequeña en la cocina.




Cestas de Frutas. Bali 2004

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