04 diciembre 2010

El imaginario de BP


Por segunda ocasión las gasolineras BP (British Petroleum) han hecho una colección de objetos para uso de niñas y niños, con los dibujitos que deben representar su imaginario de la población, española, mundial,... a saber¡¡¡¡

Estos objetos se regalan a cambio de repostar un mínimo de euros en sus estaciones de servicio, y la clientela tiene "en teoría" la opción de elegir uno de ellos.

Primero en 2009 fueron las tazas o mugs, ahora han sido voles. En cada ocasión con 4 grafismos distintos.

Al parecer tanto las tazas como ahora los voles, con la imagen de una niña siempre han sido los primeros en terminarse. Por tanto esa "libre elección" se limita a 1 sola niña por cada 3 niños.

Según palabras escritas por BP en su web, proponen a los más peques de nuestra sociedad:

"Desayuna con Marc, come con Susa, merienda con Quique y cena con Berni. Cualquier momento es bueno para disfrutar de estas divertidas tazas. Hay cuatro modelos diferentes."

La colección transmite una visión totalmente sexista del mundo, dado que las tiernas mentes infantiles reciben el impacto de una distribución del tipo: 3 niños y 1 niña, o tal vez inlcuso 2 niños, 1 niño negrito y 1 niña ??

El imaginario de género vinculado al mundo de los vehículos, se representa todavía más reoforzado en otras comunicaciones de BP, dentro de la misma colección de esos personajillos tan inofensivos aparentemente: tenemos a lo que llaman la familia faro, papá, mamá, el hijo y la hija de mediana edad, y el bebucho de las tazas y los voles al que llaman marc (o sea que ahora no digan que es unisex, porque es el mismito).

Y quien va al volante del coche en la familia telerín??? pues el padre of course.
Una visión sexista de como constituímos el mundo ellos y ellas, más una perfecta representación del modelo del patriarcado.

Las fugas de petróleo de esta compañía han sido de gran calado, el imaginario de sus dibujitos también lo es reforzando el imaginario social predominante. Hay algún medio de comunicación o institución que haya osado hacer una crítica a este imaginario.




BP: basta de petróleo

25 julio 2010

El silencio de los corderos



















Máscaras del diablo
(Bali 2004)


Cuando la llevaban de viaje, Anita siempre observaba atentamente la parte trasera de los coches que llevaban delante y de los que les iban adelantando.

Siempre le ha parecido que en realiad son caras.
Por poco que te fijes, cada una de ellas refleja una forma de ser, aquello que llaman el carácter, e incluso se pueden leer en ellas distintas emociones.
Los coches como otros tantos objetos están hechos por los hombres a imagen de los propios hombres.
Es lo que algunos llaman "antropomorfismo", y que no es más que la incapacidad de vivir rodeado por seres y cosas que no se nos asemejen.

Cuando Anita se lo explicaba a su amigo Denis, le decía: "¿Lo ves?, son caritas de animales. Si te fijas bien verás la forma de la cara, los ojos y la boca. Algunos tienen bigotes y otros cejas. Y todos, todos, tienen ojos y boca".

Las caras de unos son más achinadas, otros parecen caras de payaso, los hay con rasgos felinos y otros con expresión de perro tontón, le decía.
A algunos se los ve contentos, aunque en general parecen enfadados, sobre todo las caras de los coches más grandes.
Los pequeños y con formas de huevo, parecen tener cara de más bonachones; en cambio los de línea deportiva muestran caras astutas, agresivas, de provocación y chulería.
Ahhh ¡¡¡ y le llamaban mucho la atención algunas pequeñas furgonetas que acostumbraban a tener cara de estar cansadas y con el gesto cabizbajo.


"Tal vez se parezcan a sus propietarios, como pasa con muchos perros", solía decirse. Pero nunca era capaz de llegar a la conclusión de si era el propietario el que terminaba por parecerse al coche, o bien el coche era así por la elección de su dueño al comprarlo a imagen y semejanza suya.

Cuando aprendió a identificar las marcas, amplió estas reflexiones con el país de origen de los modelos de los vehículos. Los japoneses y coreanos, le recordaban las caras de los dibujos manga, muchos modelos españoles parecían tener un rostro más feucho, y por supuesto los alemanes tenían caras muy muy serias.

Un día pensó que podía ser ella misma la que proyectaba estas interpretaciones sobre esas caras traseras de los coches, así que dejó de entretenerse con este juego que pensó no era más que un fruto de su imaginación.


Aún así, existía otra situación que siempre le había resultado inquietante, y nunca dejó de sentir.
Eran esos momentos en los que se aproximaban a los peajes.

La cercanía del peaje siempre había cambiado su visión sobre esas caras de la trasera de los coches. En ese preciso momento, se transformaban, y todos le parecían corderos. El coche de delante era un cordero, y ellos también se convertirían en cordero a medida que se aproximaban al peaje.

En los grandes atascos, se convertían en grandes rebaños de corderos. Todos en fila y bien encarrilados hacia el matadero. En los trayectos más largos, primero les tocaba pasar por un tunel especial donde los marcaban, para luego al cabo de varios kilómetros pasaban por un segundo peaje que escondía la cizalla sobre sus cabezas. Estos le parecían los más terroríficos por la angustia de la espera, desde el momento en que eran marcados hasta la llegada al matadero final.

Así los ferozes y valientes conductores al volante, competitivos en la carrera de llegar siempre antes que los otros, adelantando, tomando riesgos a cada tramo de autopista, capaces de insultar y gritar a cualquier otro -desde dentro e incluso bajando del coche-,... sin siquiera rechistar, pasaban a convertirse en dóciles corderillos.
Entraban sumisamente por los peajes para recibir el golpe de la cuchilla sin tan sólo hacer sonar su voz con un golpe de bocina.

Un día Anita pensó que no quería seguir con el silencio como todos los otros corderos,  y por eso cada vez que pasa por un peaje le gusta hacer sonar fuerte la bocina al unísono con el feroz arranque del motor, y coincidiendo con la subida de la barrera que deja atrás con su grito de protesta.

19 abril 2010

FLORES ROTAS (Broken flowers)

El efecto Amapola (Bellaterra 2009)

Anita y todas las niñas del colegio vestían bata de finas rayitas verticales rojas y blancas.
Las batas, se decía que servían para preservar de posibles manchas y roces, el uniforme sobre el cual se las abotonaban diariamente.

El uniforme de invierno estaba hecho, de arriba a abajo, en un rígido paño de lana azul marino oscuro. No admitía el uso de agua y jabón para su limpieza, y por supuesto, piaba al contacto con la piel en lugar de dar abrigo.
En primavera, la parte superior se sustituía por una camisa blanca de algodón, la cual debía llevarse siempre de color blanco inmaculado.

La bata de finas rayitas verticales rojas y blancas estaba diseñada con un corte de tipo francés. Su hechura era muy parecida a las de los pintores de Montmartre (París) de los años ’20.
Seis grandes botones de color rojo, se sucedían en una fila recta por la parte delantera de la bata de finas rayitas verticales rojas y blancas.
Cada bata tenía su canesú cubriendo la parte de los hombros -como en la canción de la muñeca vestida de azul-. Esta pieza es la que ejercía de unión entre las distintas partes de la prenda: el cuello, las mangas y las partes delanteras y trasera del vuelo que caían hasta cubrir completamente el uniforme.
El nombre de Anita, como el de cada niña, aparecía escrito sobre la zona del corazón. Las letras bordadas con un hilo de color rojo carmín intenso, a letra redondilla inglesa.

Las niñas vestían sus batas de finas rayitas verticales rojas y blancas, desde el momento en que llegaban a las aulas – pero no antes- hasta el momento justo anterior a abandonar su aula, pues estaba prohibido lucirlas fuera de la escuela.

Cuando salían a jugar al patio durante los recreos, eran como un campo de amapolas rojas en primavera mecidas por el suave viento. Entremezclados, solían verse unos pocos niños de muy corta edad –de 3 y 4 años- que parecían gorrioncillos revoloteando entre cientos de amapolas -de entre 3 y 14 años- con sus batas de finas rayitas verticales rojas y blancas.
Y es que aquellos pocos pequeños, para distinguirlos, vestían con cortas batas de rayas azul oscuro sobre una tela de fondo azul claro grisáceo.
Las pequeñas batitas distintivas de rayas azul oscuro sobre una tela de fondo azul claro grisáceo, zigzagueaban por el patio al ritmo de los juegos propios de su corta edad. Sus figuras diminutas revoloteaban alegremente en medio del campo de amapolas mecidas por el suave viento.

Los niños únicamente eran admitidos en las clases de “jardín de infancia”. Un servicio al que sólo podían acceder los hermanos pequeños de niñas matriculadas en cursos superiores a dicho jardín de infancia. Un jardín que separaba ya, a las amapolas de sus pocos gorriones durante toda su infancia y adolescencia.

En el resto del patio, solo destacaban 3 o 4 figuras grandes, oscuras, con la cabeza y el pelo tapados por una áspera tela de color gris muy oscuro. También vestían con la misma ropa desde el cuello y cubiertas hasta los pies. Este atuendo y sus posiciones vigilantes en zonas elevadas, conferían a las monjas el mismo aspecto que hubieran tenido unos negros cuervos, un campo de amapolas rojas en primavera mecidas por el suave viento, con sus pequeños gorriones revoloteando alegremente.
Anita desde el balcón de su casa podía ver el patio de un colegio cercano. Los días que estaba enferma, lo cual sucedía con mucha frecuencia, de pronto oía estallar un fuerte murmullo de pajarillos. Sabía que era la hora del patio en aquel colegio, donde empezaban a salir decenas de niños con sus batas de color liso azul cielo y decenas de niñas con sus batas de color liso rosa pastel. Le gustaba ver como se mezclaban y separaban los puntitos azules y rosas, formando nubes de un color aquí, de otro allá, y finalmente volvían a mezclarse en las filas de vuelta a las aulas, creando una especie de tonalidad lilosa.

En la melancolía de los días en que estaba enferma, soñaba desde su balcón. Quería tener un jardín con muchas flores de distintas formas y colores, lleno de todo tipo de pajarillos de muchas formas y colores – gorriones, petirrojos, mirlos, jilgueros, golondrinas, pinzones,..- que pasarían el día trinando y jugando con sus flores.

En su imaginación, veía el patio del colegio cercano, lleno de puntitos creados por batas de todos los colores: blancas, negras, amarillas, marrones, rojas, azules, verdes,… que se mezclaban y separaban, creando maravillosos efectos de color y movimiento, como si mirase a través de un caleidoscopio.


Nota del autor:

NO A LAS DESIGUALDADES,
SÍ A LA DIFERENCIA
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09 marzo 2010

Mejor Mendel que Darwin para construir el futuro














Ying & Yang (La Reunión, 2001)

En Catalunya, 7 de cada 10 mujeres de entre 16 y 64 años, trabajamos o somos demandantes de empleo.

Las mujeres experimentamos muchas dificultades para compatibilizar el trabajo productivo con los trabajos reproductivos, ya que las tareas de "cuidado" de personas y del hogar, recaen mayoritariamente sobre el colectivo femenino.
Las dificultades en la conciciación de los tiempos y el trabajo os afectan también a los hombres, sea directa o indirectamente. Como dicen los Sociólogos Rodderstrale i Nordström, en su libro “Karaoke Capitalism”: “los cosmócratas modernos ‘dan fuera’ a la familia para tener más tiempo para trabajar”.

En paralelo, los estereotipos masculinos de competitividad y progresión profesional, coartan mucho más a los hombres que no a las mujeres a la hora de compatibilizar el tiempo de trabajo remunerado con el tiempo requerido para el cuidado de la propia familia.


Son cambios significativos de tipo estructural, que se han producido en un periodo histórico demasiado corto para sentirnos cómod@s todos y todas. La igualdad en la distribución del tiempo avanza, pero todavía en una realidad muy inestable.

Esta realidad inestable en la que vivimos hoy, no es sostenible durante mucho tiempo más. Los hombres necesitaréis de las complicidades con las mujeres, y las mujeres necesitaremos de las complicidades con los hombres. Un@s y otr@s, somos practicamente la otra mitad de una misma sociedad.

Los requerimientos de conciliación entre los tiempos y los trabajos, que tenemos en este nuevo modelo de sociedad al que nos dirigimos, lleva a planteamientos de ordenación urbanística y de los horarios de los servicios que ya se están testando en diferentes lugares de Europa. En nuestro país hay iniciativas en marcha para potenciar la participación de la mujer en el diseño de la ciudad. Urbanismo y perspectiva de género están confluyendo a la hora de diseñar nuevos espacios comerciales desde unos modelos menos androcéntricos.

Recuerdas cuando eras un/a adolescente, sin saber a ciencia cierta qué tipo de persona querías ser o cómo serías finalmente al llegar a adulto ?
Tienes hijos o hijas en ese momento vital ?
Nos encontramos dentro de un proceso de transformación evolutiva hacia un nuevo futuro, que aún es abierto e incierto. Es por ello, que nos hace sentir como cuando éramos adolescentes.

En una película de tipo futurista, y tomando como modelo las Leyes de la herencia genética creadas por Mendel en 1.865, podríamos crear la ficción de infiltrarnos algunos genes masculinos a las mujeres y algunos femeninos a los hombres.
La nueva realidad social, no está muy alejada de esta ficción, ni mucho menos de las Leyes de Mendel, si admitimos que los comportamientos humanos dependen tanto o más de los estímulos exteriores y la cultura social en la que nos desarrollamos como individuos.

Si las mujeres y los hombres queremos nuevos modelos de comportamiento en la esfera doméstica, las mujeres tendremos que dejar espacios públicos en los cuales se puedan incorporar los hombres.

No queremos un sexo o un género ganador que sobreviva a la especie, como dirían los modelos darwinianos. Queremos un modelo inclusivo, de mestizaje. Un nuevo modelo de género que surgirá de ofrecer a nuestra otra mitad los espacios que ahora tenemos dominados unos y otras, unas y otros.
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